jueves, 13 de agosto de 2009

Servicios ambientales: nuevos mercados y retos

Por FERNANDO LEÓN MORALES

El sostenimiento de la vida sobre el planeta depende en buena medida de los servicios ambientales brindados por los ecosistemas, entre los que podemos mencionar: la regulación del clima, la provisión de agua, la reproducción de peces, la polinización, la captura y el almacenamiento de carbono.

Aun siendo de vital importancia, los servicios ambientales se han considerado como gratuitos e infinitos. Como consecuencia, el sistema económico los ha tomado como condiciones dadas por la naturaleza, mas no como insumos fundamentales para el desarrollo de actividades económicas de importancia nacional, regional o global.

Sin embargo, la pérdida de ecosistemas del planeta en los últimos cincuenta años ha causado la disminución de la provisión de algunos de estos servicios; por ejemplo, se conoce que el 60% de los servicios ambientales globales se está degradando como consecuencia de la destrucción de ecosistemas . Esta situación ha comenzado a reflejar el costo de su escasez, estimulando –en algunos casos con mayor desarrollo que en otros– el establecimiento de mercados para servicios ambientales.

Aunque relativamente nuevos, algunos mercados para servicios ambientales globales crecen con rapidez, tal es el caso del llamado mercado voluntario de carbono, que en los últimos años ha reportado un incremento no solo en términos del valor de las transacciones, sino también en cuanto a los actores que en él participan. Desde el año 2002, el número de organizaciones que ofertan créditos de carbono ha crecido significativamente y se reportó un crecimiento de 200% entre los años 2005 y 2006 ; mientras que en el año 2006, 23,7 millones de toneladas de dióxido de carbono fueron negociadas en este mercado.

El contexto del cambio climático global ha causado que se tome especial interés en los servicios ambientales relacionados con el almacenamiento y secuestro de carbono. Sin embargo, otros servicios ambientales, tales como el suministro de agua, la belleza escénica y la polinización natural, están ganando espacio en la discusión académica y en la implementación de nuevos mercados. Así, por ejemplo, se han establecido experiencias en las que comunidades asentadas en las partes altas de cuencas hidrográficas cuidando ecosistemas, permiten el suministro de agua de calidad y con la regularidad que necesitan las poblaciones y las industrias aguas abajo.

Existen casos emblemáticos, como el de la ciudad de Nueva York, en la que en 1997 se tomó la decisión de implementar una estrategia de conservación de cuencas frente a la de construir una obra de infraestructura para filtrar el agua turbia que venía de dos cuencas degradadas (Cats Kill y Delaware). Los beneficios saltaron a la vista luego de unos años de implementada la estrategia, pues el programa agrícola, el programa de compra de tierras y el programa de conservación resultaron en una mejora evidente de la calidad del agua, a la par que tuvieron un importante impacto social en las poblaciones asentadas en estas zonas frente a la alternativa de construir infraestructura millonaria, que posiblemente pronto hubiese sido rebasada por la sedimentación. En la provincia de Heredia, en Costa Rica, desde 1999, la Empresa de Servicios Públicos incluyó en la factura mensual de agua potable un monto adicional para constituir un fideicomiso sobre la base del cual se implementa un programa de conservación de bosques y reforestación en la cuenca hidrográfica. Por su parte, en la ciudad de Cuenca, Ecuador, la Empresa Municipal de Agua potable implementó una tarifa hídrica con la finalidad de comprar tierras privadas y financiar la conservación del Parque Nacional Cajas, en donde se ubican los ecosistemas que suministran el agua para esta ciudad.

Asimismo, la industria turística está reconociendo, cada vez más, que la belleza escénica de los ecosistemas es un insumo fundamental para el desarrollo de esta actividad. En ese sentido, existe una disposición cada vez mayor por parte de los empresarios turísticos a reconocer y valorar este servicio ambiental, así como a contribuir con el financiamiento para la conservación de los ecosistemas que lo suministran. En el Parque Nacional de Manu y en la Reserva Nacional Tambopata, empresarios turísticos nacionales pagan un monto anual para la conservación de los ecosistemas de estas áreas protegidas, sobre los cuales desarrollan su negocio.

La agricultura es otra actividad económica que depende de un servicio ambiental: la polinización realizada por los insectos que viven y se reproducen en los ecosistemas naturales. Este servicio gratuito es de suma importancia para mantener la productividad y la variabilidad genética de los cultivos agrícolas. Estudios han reportado el valor económico de este subsidio que brinda la naturaleza a los agricultores rurales, considerando que siete de cada diez variedades cultivadas de plantas alimenticias son polinizadas por insectos, lo que representa 30% o más que la producción total de alimentos. En tal sentido, tal vez pronto veamos esquemas de pago por servicios ambientales por parte de agricultores, con el fin de conservar los ecosistemas donde viven y se reproduzcan los polinizadores naturales.

Es importante también reconocer que la consolidación de los mercados para servicios ambientales no solo tiene intrínseco el beneficio de lograr que el sistema económico los reconozca e internalice, sino también la posibilidad de generar financiamiento sostenible para contribuir de forma efectiva a reducir sustancialmente la pérdida de los ecosistemas que los proveen.

Por otro lado, si consideramos el valor de los servicios ambientales para la economía, podremos entender con facilidad la importancia que tiene la conservación de ciertos ecosistemas clave en términos de pérdidas evitadas. Así, por ejemplo, el 68% de la generación eléctrica en el Perú proviene de centrales hidroeléctricas que dependen del servicio ambiental de provisión de agua suministrados por ecosistemas altoandinos. La degradación de estos significaría pérdidas de, por lo menos, US$ 320 millones por año solo para la empresa de generación hidroeléctrica. En el mismo sentido, la conservación de ecosistemas cuya belleza escénica sustenta casi el 80% de la actividad turística nacional, evita una pérdida de casi US$ 1.600 millones cada año, considerando que en el año 2008, las divisas generadas por el turismo receptivo sumaron los US$ 2.000 millones. Si se tiene en cuenta que las exportaciones de un solo producto como el café llegaron el año pasado a los US$ 642 millones, la conservación de ecosistemas en zonas de la selva alta como Chanchamayo y Alto Mayo, en los que viven y se reproducen los insectos polinizadores, evita una pérdida de buena parte del valor de las exportaciones de café de estas zonas.

Este contexto está permitiendo asignar valor a cuestiones intangibles, hasta hace poco fuera del mercado. Asimismo, está plateando retos no solo a la ciencia económica que ahora tiene la necesidad de buscar un acercamiento cada vez mayor con la ecología, sino también a las ciencias contables, en el sentido de cómo reflejar de la manera más precisa en los estados financieros, intangibles como el servicio ambiental de secuestro de carbono, provisión de agua, belleza escénica, entre otros. Además, el sistema financiero tendrá a futuro que responder a estos nuevos mercados; por ejemplo, otorgando créditos a empresarios forestales para conservar y/o instalar bosques teniendo en cuenta no solo el valor futuro de la madera, sino también la potencial venta anual de los servicios ambientales generados por dichos ecosistemas.

Cada vez más se está comprendiendo que de la sostenibilidad de los ecosistemas del planeta depende en buena medida la sostenibilidad de la economía en el largo plazo. En tal sentido, es interesante ver el desarrollo de nuevas propuestas, como The Geen Economy Initiative del programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con la que se busca reconocer que la prosperidad del mundo requiere de la infraestructura física, tecnológica y científica, pero también reconocer el valor de la infraestructura natural.

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1. Los ecosistemas (bosques, tundras, sabanas, ríos, océanos, manglares, etc.) son considerados como las «fabricas» o «la infraestructura natural» en la que se producen los servicios ambientales.
2. Millenium Ecosystem Assessment (2005). La evaluación de los ecosistemas del milenio. Informe de síntesis. Washington, D.C.: Island Press.
3. Hamilton, K.; R. Bayon, G. Turner y D. Higgins (2007). State of the Voluntary Carbon Markets 2007. Picking Up Steam. Londres; Washington, D.C.: New Carbon Finance; Ecosystem Marketplace.
4. Derecho de aprovechamiento no consuntivo del paisaje.

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