lunes, 30 de noviembre de 2009

Los dueños de las tardes de Bellavista y sus voces infernales…

Ha iniciado la tarde, casi a punto de llegar a casa para almorzar, me sobrevuelan dos naves con sus poderosas turbinas, me aturden e impiden terminar de pensar en aquello en que meditaba mientras caminaba. Ya en casa, unos majestuosos pallares con ensalada y un pescado frito de ensueño, me esperan humeantes, pero antes siquiera de encajar el tenedor y el cuchillo, otro avión derriba mi ilusión de pensar en un almuerzo tranquilo, antes de retornar al trabajo. No he terminado de escribir y otro avión surca el techo de mi casa como recordándome, que por ahora el es el dueño de la tranquilidad de mi propiedad y puede pasar por casa las veces que se le antoje sin pedir permiso ni avisar. Así lo negocio con el Estado y así seguirá siendo parece decir…
Fuente: Diario de una tarde de Bellavista 2p.m a 6pm

El ruido de los aviones despierta a los bellavisteños

Esta mañana nuevamente, como todas las mañanas, la presión arterial de los miles de Bellavisteños amaneció más alta, muchos no llegaron a tener un sueño profundo, pues cuando apenas lo lograban, entre las 11 pm y 1 a.m. , el ruido de las turbinas o hélices de un avión invadía sus dormitorios, y en silencio, se resignaban a dormir en algo similar a un campo aéreo, y más de uno sentía el síndrome del miedo de una ciudad bombardeada día y noche, solo que esta vez las bombas no destruían casas sino destrozaban la paz y tranquilidad de miles de personas, que intentan construir una vida sin ruido para sus hijos y nietos.
Esta mañana de noviembre, como desde hace 20 años, estas fabricas volantes, atraviezan el horizonte y descargan sin cesar una metralla de mortíferos ruidos, para otra vez iniciar los dolores de cabeza, el llanto de un niño, el ladrido de nuestra buena mascota, y hasta la protesta de nuestro auto, y nosotros nuevamente en silencio Susurrando una frase "cuando acabará esto". Y otra vez, el ruido de las turbinas de un avión Ingresando por nuestras ventanas parece reírse de nuestro destino...
Fuente: Diario de una mañana de Bellavista de 6 a.m a 1pm