viernes, 16 de octubre de 2009

La conservación de la diversidad biológica y la protección del medio ambiente (I)

He estado (y sigo) pendiente de algunas discusiones sobre la terrible situación de la diversidad biológica en el planeta y las diversas propuestas que existen para intentar remediar esta situación. Encuentro posturas que sustentan salvar específicamente algunas especies, las cuales colisionan con otras, que pregonan que se debe salvar al ecosistema en sí que alberga tal o cual especie. Es decir, no nos debemos avocar a una especie sino a todo su hábitat. Personalmente concuerdo con esta última postura. Veamos otros elementos de juicio para tener más claro el panorama.

Y es que apostar por conservar todo un ecosistema implica dejar de utilizar ciertos espacios para la agricultura y la generación de fuentes de energía y minerales. Es obvio que un área natural protegida no puede convivir con estas actividades productivas, pero para muchos no lo es, y menos cuando el planeta sigue creciendo de manera descontrolada. Voy a utilizar el caso del tigre como referencia a lo que sucede con la diversidad biológica. Este felino que se distribuye desde Siberia hasta Indonesia "ha visto" cómo su territorio se ha reducido, entre 1995 y 2005, en un 40%. Además, algunas de sus subespecies ya se extinguieron. En India, se calculaba que la población del tigre era de 40 000 ejemplares. Hoy en día se estima que no pasan de 1500.
Es así como en mayo del 2008 se reunieron en Bonn (Alemania) más de dos mil científicos de todo el mundo en la novena Conferencia sobre el Convenio de la Diversidad Biológica (CDB) con el fin de establecer los mecanismos para salvar de la extinción a la fauna y flora del planeta. Los resultados de dicha reunión aún no son conocidos por el público de a pie. Esperemos que nuestro país haya sido dignamente representado y que los compatriotas que estuvieron en Alemania hayan traído propuestas aplicables a nuestra realidad.
Un tigre en depredación
Regresando al tigre, en el mundo deben existir entre 3500 y 5000 ejemplares de este gran felino según la WWF (World Wildlife Fund). Con esto, el tigre ya está en la lista de las especies al borde de la extinción. Las principales causas de su desaparición son su caza indiscriminada para obtener los huesos, piel y dientes, así como la disminución drástica de su hábitat. Y es que comparando las cifras con el año 2000 en donde se estimaba una población entre 5000 y 6000 tigres, la alarma suena imparable. El tigre de Sumatra ya está a punto de desaparecer. Asimismo, las subespecies: bengalí, indonesio y malayo están amenazadas. El tigre del sur de China, del cual hace diez años se calculaba que existían entre 20 y 30 individuos, ya debe estar extinto.
Pese a todo lo hecho (y no hecho) para salvar al tigre, el panorama es desolador. En especial, la creencia de las cualidades curativas y afrodisíacas de las partes del tigre hace crecer la demanda de estos bellos animales (¿no nos suena esto conocido?). Por otro lado, pese a que ya desde el año 1975 existe una prohibición internacional para el comercio de estos animales, para variar, esto no ha impedido su caza ilegal. El ser humano se cree un "monstruo" en conservación, pero en realidad es “un tigre” en depredación.
¿Floro monse?
A diferencia de otras reuniones, esta vez el punto central de la discusión en Bonn fue contemplar a la diversidad biológica como una sola, y ya no solamente casos aislados (como el tigre, el orangután y otras especies al borde de desaparecer del planeta). Es por eso que ante el actual encarecimiento de los alimentos y la búsqueda desesperada de fuentes de energía, así como ante la crisis financiera, ¿es más importante conservar al rinoceronte de Sumatra?, ¿acaso no se necesitan mayores superficies de tierra para la agricultura? El debate sigue pendiente.
Adicionalmente, existe la discusión por el tema de los transgénicos y la monoagricultura contra la diversidad biológica. Para algunos, los primeros pueden salvar al mundo de la hambruna, para otros, en la variedad de especies (y en la diversidad genética) está la salvación del planeta. El conflicto de intereses entre la protección de la flora y fauna y los apetitos comerciales es un tema que tiene para rato y que nos involucra directamente, pues somos un país megadiverso.
Ya en 1992, en Río de Janeiro, donde se firmó el primer CDB (durante la Cumbre de la Tierra), se reconoció que la extinción de especies trae consigo la pérdida de importante información genética. Así también, se determinó que la conservación del medio ambiente no sería exitosa si no se cubren las demandas básicas de las poblaciones directamente involucradas. A esto se le adiciona ahora la necesidad de proteger no solamente una especie, sino a todo su territorio. Si bien a partir de 1992 se acrecentó una ola de establecimiento de áreas naturales protegidas, la disminución de animales y plantas ha aumentado.
Si asumimos que existen cerca de 1,5 millones de especies de flora y fauna en el planeta y que gran parte de ellas no ha sido aún descrita por la ciencia, además de que se estima que cada día desaparecen aproximadamente 100 especies, y que finalmente casi 16 000 de ellas figuran ya en la Lista Roja de la IUCN (International Union for Conservation of Nature); algo estamos haciendo mal. La tercera parte de los anfibios, cada octava ave, cada cuarto mamífero y cerca de 100 000 plantas silvestres están amenazados. Tras 17 años del primer CDB se ha hecho poco.
Se habla permanente de conservar la diversidad biológica, sin embargo, con cada nueva carretera, pozo petrolero; con la expansión interminable de las ciudades y de sus zonas industriales; y con la colonización de nuevos terrenos agrícolas; se le mete una zancadilla a dicha intención. Conciliar los intereses ecológicos con los económicos es complicado.
Además, no solo existe una dependencia entre la protección de las especies con la del clima mundial, sino que también son consecuentes. Con el cambio climático la extinción de especies se acelera. Si bien existen biólogos que confían en que las especies se adaptan al calentamiento global como parte del proceso evolutivo, otros más escépticos, como los del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC en inglés) asumen que con un aumento de la temperatura mundial en 2,5 grados centígrados al final del siglo, cada tercera especie desaparecerá. En el siguiente artículo veremos qué propuestas y soluciones se han planteado en la tribuna internacional para no perder la batalla contra la extinción de especies.