viernes, 3 de julio de 2009

Medio ambiente y el TC

Por: Fernando Calle Hayen*
La celebración del aniversario 13 del Tribunal Constitucional (24/6/96) y la satisfacción de encontrarnos en estos tiempos en una campaña a favor del medio ambiente que guarda relación con la sentencia 3343-2007 AA/TC (OXY contra Repsol) nos recuerdan que hay un entendimiento y una toma de conciencia en el país sobre la preservación del ambiente y sobre cómo influye este en la vida y el desarrollo de un organismo.
En el caso que se menciona, el colegiado prohibió la realización de la última fase de la etapa de exploración y la etapa de explotación, dentro del área de conservación regional denominada cordillera escalera, hasta que no se cuente con el plan maestro.
Sin duda, no debemos caer en el nerviosismo ambiental, pero es bueno que entendamos que a la contaminación hay que combatirla y que en este esfuerzo nos debemos encontrar todos para salvaguardar los recursos renovables y no renovables, su explotación responsable y sin generar perjuicios. Por eso, resulta importante que cuando hablemos de minería, agua, flora, fauna, etc., expliquemos y desarrollemos una política de educación sincera y justa sobre el estado en que se encuentra la explotación de estos recursos, el uso indebido de los mismos en nuestro país y sobre su vinculación con la población.
Gran parte de la nación tiene ya conocimiento de que el humo exagerado, sin protección ni regulación tecnológica —que genera la industria, la combustión de los vehículos, la polución o el polvillo de minerales—, afecta la salud de las personas.
Debemos desarrollar una educación ambiental que lleve a una toma de conciencia sobre todo en los más altos niveles jerárquicos y órganos del Estado. No basta con comprender las normas regulatorias que rigen en todo el planeta, sino sobre todo reconocer que ciertas prácticas sociales pueden ser nocivas. Muchas de esas reglas ni las cumplimos ni las sancionamos.
Esto implica, además, realizar investigaciones y brindar apoyo a todas las actividades que se programen a favor del ambiente, para que podamos alcanzar un desarrollo sostenido, sustentable o paralelo, desde lo social, lo cultural y lo económico.
Es bueno resaltar que la finalidad de la educación ambiental es fortalecer en la población el conocimiento necesario para comprender los alcances y las consecuencias de los problemas ambientales. Asimismo, las habilidades que se necesitan para investigar sobre las posibles soluciones y saber evaluar la información disponible sobre estos problemas.
Otra finalidad es desarrollar en los ciudadanos capacidades para ser agentes activos del cambio e involucrarse más en la resolución de problemas que en la actualidad se presentan, y en la formulación de alternativas ante problemas futuros. Finalmente, se trata de enseñar a otros lo que deben hacer para preservar el ambiente.
No olvidemos que formamos parte de este país, que el Perú es uno de los más ricos en biodiversidad y que de no tomar conciencia sobre las amenazas que se ciernen sobre los recursos naturales deberemos asumir nuestra responsabilidad en el futuro y ante nuestros hijos. Reconocer que teniendo todo para fomentar el desarrollo sostenible no pudimos despertar a tiempo en el siglo XXI.
(*) Magistrado del Tribunal Constitucional
Fuente: El Comercio del 03.07.09

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