martes, 23 de marzo de 2010

El lobo climático

Diego Arévalo Uribe (*)
Todos conocemos la fábula de "Los tres cerditos", que habla de aquellos tres hermanos que se prepararon de maneras diferentes para la llegada del lobo que pretendía saciar su hambre. Tomaron medidas para enfrentar un evento previsto, de origen malévolo y cuyo poder exacto desconocían, y obtuvieron resultados muy diferentes. ¿Acaso suena familiar esta situación a lo que se ve y escucha en los medios de comunicación?Los rugidos de la tierra se están haciendo sentir y no solo alertan de que no va bien nuestra relación con ella, sino también muestran a diario pueblos que se quedan desnudos, evidenciando la escasa preparación que tienen para soportar las embestidas de eventos naturales extremos que se presentan con regularidad técnicamente estimable y algunos con comportamiento físico previsible y controlable.Uno de los objetivos de la ciencia es conocer las leyes que gobiernan la naturaleza para predecir y gestionar el comportamiento de los procesos naturales; no obstante, esta predicción es un ejercicio que se basa en la búsqueda de la certeza en un universo probabilístico en el que la única certeza es que la certidumbre absoluta no existe.En este marco están conceptos como amenaza, vulnerabilidad y riesgo. La amenaza hace referencia a la ocurrencia probabilística de un fenómeno extremo, a mayor intensidad es menos probable que ocurra; sin embargo, la amenaza sigue ahí. Por su parte, la vulnerabilidad sería la susceptibilidad de daño que tiene lo expuesto a la amenaza, puede ser una estructura, un país o un sistema. Mediante un análisis de las amenazas y los elementos expuestos se puede prever y reducir su vulnerabilidad. El riesgo es una situación probable que depende de la combinación de una amenaza y la vulnerabilidad asociada a lo amenazado.En una sociedad ideal, cada parte del sistema debería estar engranada y ser consciente de sus obligaciones asociadas a la reducción de su vulnerabilidad. En este escenario, los gobiernos tienen la responsabilidad de generar estructuras y protocolos que permitan prevenir, cuando sea posible, la ocurrencia de un desastre, o soportar y alertar cuando el evento sea imprevisible.Una cosa son los embates de una furiosa naturaleza y otra muy diferente los gobiernos negligentes que ahora se cobijan bajo el chivo expiatorio del cambio climático, adjudicándole toda la responsabilidad de los desastres que afectan a poblaciones, mientras desconocen públicamente su falta de presencia que es la que aumenta la vulnerabilidad de sus pueblos.Como dice el adagio popular: "Soldado avisado no muere en guerra y si muere es por despistado". Con los últimos eventos en el Perú, avisados estamos.(*): Hidrólogo-Grupo GEA.

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